[ p r o t e r r a ]

En primer lugar, las camperas que llevé ocuparon un espacio innecesario en el baúl del auto, ya que todas las noches salí solamente con un saquito encima de la remera sin mangas, lo que suponía unos 22ºC o 23ºC, a diferencia de años anteriores (sin ir más lejos, el año pasado), en los que usé camperas de invierno toda la temporada. De todos modos, hice mi anual visita a la Clínica del Sol, por una faringitis.

Los días fueron absolutamente todos de un calor terrible. No llovió ni un día y pude ir a la playa a la mañana y a la tarde sin problemas, porque ni siquiera había mucho viento. Eso sí, el mar y la playa... más sucios que nunca. Llámenme ilusa, pero aún me cuesta creer que a la gente le resulte tan imposible caminar unos metros hasta un tacho de basura (al menos en mi playa, estaban a una distancia de 30 metros, como mucho).

¡Se nos cortó el agua 3 veces en una semana! Lo que nunca... Pero bueno, supongamos que eso fue porque el edificio estaba súperpoblado. Aprovecho la oportunidad para comentar que me llegó la factura del agua, y con ella un volante muy simpático con la siguiente información:

- Una canilla goteando desperdicia 46 litros de agua por día. Este derroche es más de lo que disponen muchas personas que viven en el norte de África, península Arábiga, Irak e India (agrego: ¡cambiá el cuerito de la canilla!).

- Una manguera abierta desperdicia 1.140 litros de agua por hora. Con el derroche de 100.000 edificios en una hora, se podrían distribuir 200 litros de agua por día a 570.000 personas (agrego: ¡no te cuelgues regando las plantas!).

- Un inodoro con deficiencia en el flotante derrocha 1.200 litros de agua por día. Esta cantidad es equivalente a la que se utiliza para abastecer a 6 personas que disponenen de unos 200 litros diarios, en algunos de los grandes núcleos urbanos de Argentina.